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ROMA - VATICANO

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ITALIA

Coliseo Romano

Alrededor de las 11 de la mañana, llegamos a Roma. La estación de buses era la denominada Tiburtina, no muy lejos del centro de la capital italiana. La primera impresión que tuvimos, fue que era una estación bastante sucia, repleta de gente y bastante desorganizada. Buscamos la entrada al metro, del cuál tuvimos la misma impresión, y más, luego de haber visto y utilizado los transportes y las estaciones en los países de Europa del Este que habíamos visitado, las cuáles estaban siempre limpias y organizadas. 

Cuando llegamos a Roma, la temperatura superaba seguramente los 30 grados y el sol brillaba con potencia. Nos esperaban tres días en la capital italiana, había tiempo para recorrer y disfrutar. Fuimos directamente al hostal que teníamos reservado para dejar nuestras cosas y bañarnos luego del largo viaje que habíamos realizado.

 

Tras una fresca ducha en el hostal, decidimos partir. Ya habíamos comprado el ticket de transporte público por 48 hs -sabíamos que lo íbamos a utilizar mucho-, por lo que nos subimos al metro cercano al hostal. Nuestro primer destino, sin dudarlo, fue el Coliseo. No íbamos a entrar ese día ya que era bastante tarde para empezar a hacer la cola para el ingreso, sino que sólo queríamos verlo de cerca, admirarlo. Y fue realmente increíble, salir de la estación de metro llamada "Coliseo", y apenas cruzar la puerta de salida, ver este monumento de casi 2.000 años de antigüedad, una imagen inolvidable. 

Recorrimos un poco la zona del Coliseo, el Palatino y el Foro Romano, lugares a los que entraríamos al día siguiente. Luego comenzamos un paseo por el centro de la ciudad, mirando sólo el mapa turístico que habíamos conseguido. No nos imaginábamos la enorme cantidad de edificios históricos, monumentos antiguos y lugares de interés que veríamos en unas pocas horas. Tampoco sabíamos la cantidad de kilómetros que caminaríamos...

Comenzamos observando unas ruinas romanas denominadas Domus Aurea Termas de Trajano -una enorme estructura de baños termales construida a partir del año 104 d.C.-, apasionante. Seguimos caminando por la Via dei Fori Imperiali, la calle que pasa junto al Foro Romano y el Coliseo. Allí nos cruzamos con el Mercado de Trajano -ruinas que datan del año 100 d.C, que conformaban el primer centro comercial cubierto de la historia-. A unos metros observamos la Columna de Trajano -un monumento de más de 30 metros de altura construido en el año 113 d.C y que relata las guerras libradas por los romanos entre el 101 y 106 d.C.-.

Siguiendo el camino, admiramos el Monumento a Víctor Manuel II, también conocido como Altare della Patria (Altar de la Patria) -diseñado por Giuseppe Sacconi en 1885, e inaugurado en 1911-. Frente a este monumento se encuentra la histórica Plaza Venezia. Continuamos caminando hasta uno de los sitios más visitados de esta ciudad y del mundo, la Fontana di Trevi, una de las fuentes monumentales del Barroco italiano, construida en el año 1732. A algunas cuadras de allí, visitamos el increíble Panteón de Agripa -un templo de planta circular erigido por Adriano, entre los años 118 y 125 d. C. completamente construido sobre las ruinas del templo erigido en el 27 a. C. por Agripa-.

Más tarde, arribamos al Campo de' Fiori -una pequeña y bella plaza rodeada de bellas edificaciones y diferentes bares y restaurantes. Actualmente, éste es uno de los puntos de encuentro nocturnos más populares de Roma-. Caminamos por unas calles peatonales angostas y llegamos a la Plaza Navona -uno de los espacios urbanos más destacados de Roma, que reúne esculturas, fuentes y edificios de gran valor artístico. En la antigua Roma, allí había un estadio para competiciones deportivas y combates de gladiadores-.

Se acercaba la noche pero nosotros seguíamos caminando, disfrutando cada paso que dábamos admirando cada edificio y cada monumento que nos cruzábamos. De más está decir que había muchísima gente en las calles. El turismo invadía las calles de Roma. Nosotros continuamos marchando, hasta que nos chocamos con el río Tiber, justo frente a la Isla Tiberina. Cruzamos el puente y nos sorprendimos al ver un enorme mercado que recorría los bordes del río. Tenía cientos de metros de largo e innumerables puestos de comida típica italiana, bares y diferentes puestos de venta de souvenirs, ropa y otros accesorios. Decidimos recorrerlo y, como ya era tarde, nos quedamos a comer allí. Una pizza italiana al borde del Tiber en un bello mercado romano, verdaderamente inolvidable. 

Luego de cenar, nos fuimos al hostal a descansar tras un día agotador. A la mañana siguiente, nos levantamos muy temprano, con muchas ansias por lo que venía: Esa jornada visitaríamos el Coliseo, el Foro Romano y el Monte Palatino. Sacamos las entradas por Internet con horario fijo ya que de esa forma es mucho más fácil el acceso. No recomendamos ir sin entradas o con entradas con horario libre, porque de ese modo tendrán que hacer cola por un largo rato. A la mañana, visitamos el Monte Palatino y el Foro Romano. Pasado el mediodía habíamos finalizado el recorrido y decidimos comer un sándwich sentados frente al Coliseo. Cerca de las 14 hs, las nubes comenzaron a tapar el cielo y empezó a llover con intensidad. Decidimos volver al hostal, descansar unos minutos mientras llovía y volver más tarde para ingresar al mítico anfiteatro romano. 

Afortunadamente, la lluvia paró antes de que salgamos del hostal luego de descansar menos de una hora. El sol volvió a salir en la capital italiana. Tomamos el metro que nos dejó frente al Coliseo y, prácticamente sin tener que hacer cola, ingresamos a este increíble estadio romano. Sin dudas, fue una experiencia única e inolvidable. Si hacen clic AQUÍ, pueden conocer más en detalle nuestra visita a estos tres lugares históricos de Roma. Además, podrán observar las bellas fotografías que sacamos durante nuestro recorrido. 

Finalizada nuestra visita al Coliseo, decidimos comprar una pizza y regresar al hostal para comer allí y luego descansar. Aún nos quedaba un día y mucho por recorrer. A la mañana siguiente, muy temprano, salimos del hostal y tomamos el metro con destino a la Ciudad del Vaticano. Aún no había mucha gente cuando llegamos, era realmente temprano. Por lo que recomendamos que lo visiten como lo hicimos nosotros para evitar colas y el gran flujo de turismo. Ingresamos a la histórica Plaza San Pedro, y quedamos anonadados. Las enormes columnas que la rodean, la cantidad de edificaciones históricas y al frente, la mítica Basílica de San Pedro

Aprovechamos que aún no había muchos turistas e ingresamos directamente a la Basílica. Que podemos decir de esta obra de arte de la arquitectura. Sólo podemos admirar esta estructura de la Iglesia Católica que fue construida tal y como la conocemos hoy en día, entre los años 1506 y 1626. La entrada es libre y gratuita y, como no había mucha gente, también fue muy rápido su acceso. Tras visitarla por completo, salimos a recorrer las calles de la ciudad del Vaticano. Los turistas ya comenzaban a llegar y se agolpaban en la plaza San Pedro.

 

Contemplamos un tiempo más los alrededores y nos dirigimos al mítico Puente Sant'Angelo -construido entre los años 134 y 139 por el emperador romano Adriano-. Justo en frente, se sitúa el Castillo Sant'Angelo, también conocido como el Mausoleo de Adriano. Esta enorme estructura situada a orillas del río Tiber, fue construida a partir del año 135 por el mismo Adriano, y fue finalizada por Antonio Pio en el año 139. Tras admirar cada uno de los rincones de la ciudad del Vaticano, decidimos retornar al centro histórico de Roma. 

 

Tomamos el metro hasta la Piazza del Popolo -Plaza del Pueblo-. Ésta es una de las plazas más conocidas de Roma y fue diseñada entre los años 1811 y 1822. De allí caminamos por la Via del Corso -una importante calle del centro histórico de Roma en la que pueden encontrar tiendas de todo tipo y varios restaurantes y bares-. Tomamos un desvío y visitamos el parque Villa Borghese, el cual incluye diferentes estilos, desde el jardín a la italiana a grandes áreas de los edificios de estilo inglés, fuentes y estanques. Es el tercer parque público más grande de Roma y contiene en su interior varios edificios, museos y atracciones como la Galería Borghese, edificio construido en 1613. Realmente imperdible.

Tras recorrer el parque de punta a punta, nos dirigimos hacia la Plaza de España en la que contemplamos sus míticas escalinatas que suben hasta la iglesia de Trinità dei Monti y la barroca Fontana della Barcaccia. De allí, admiramos el bello panorama de la ciudad y descansamos un rato par comer un sándwich sentados en los escalones. Aún nos quedaban cosas por hacer. Comenzamos a caminar por el centro, cuando empezó a llover, cada vez con mayor intensidad. Cuando el agua caía ferozmente, decidimos meternos en una heladería para hacer tiempo. Allí tomamos un verdadero helado italiano artesanal que estaba riquísimo. 

Cuando paró de llover, continuamos el recorrido. Nos dirigimos al Mausoleo de Augusto, un monumento funerario del siglo I a. C., en el que estuvieron depositados los principales miembros de la dinastía Julio-Claudia. Más tarde pasamos por el Templo de Adriano -una brillante construcción que data del 145 d.C., erigido en honor del emperador Adriano por su sucesor Antonino Pío-. Conocimos también la plaza Largo di Torre Argentina, la cual contiene cuatro templos romanos republicanos y los restos del Teatro de Pompeyo

De allí, nos dirigimos al Palacio del Quirinal -una de las tres residencias oficiales del presidente de la República Italiana-. Visitamos luego el Circo Massimo -Circo Máximo-, donde actualmente sólo quedan ruinas de lo que alguna vez fue un estadio para carreras de carros de la Antigua Roma. Finalmente, antes de regresar al hostal, pasamos por la bella Plaza de la República. Cerca las 19 hs, ya estábamos en el hostal para ducharnos y volver a salir, pero...

Algo impensado sucedió. Luego de ducharnos y estar a punto de volver al centro para comer una pizza, la recepcionista del hostal se acercó sorprendida a nuestra habitación y nos preguntó básicamente qué hacíamos todavía allí. Con mayor sorpresa, nosotros respondimos que nuestro bus salía mañana a las 20.30 por lo que teníamos reservada la habitación hasta el día siguiente. La mujer, incrédula, nos informó que nuestra reserva estaba hecha hasta hoy y que había intentado contactarnos durante todo el día para saber por qué nuestras cosas todavía estaban allí. Lamentablemente, confirmamos en nuestro celular que la reserva del hostal efectivamente era hasta ese día y, peor aún, que nuestro bus hacia Ginebra, acaba de partir. 

No lo podíamos creer. Por primera vez en todo este largo viaje, habíamos perdido un bus y no teníamos reservado ningún hostal para pasar la noche. La única solución que encontramos fue ver si había un bus que saliera a Ginebra esa misma noche, para así no perder el pasaje que ya teníamos comprado para la noche siguiente desde Ginebra con destina a París. Por suerte, conseguimos sacar un nuevo boleto hasta la ciudad suiza que salía esa misma noche cerca de las 2 de la mañana. De este modo, no perderíamos nuestro bus a París. Sin embargo, sólo tendríamos unas pocas horas para visitar Ginebra. Fue nuestra mejor solución, luego de habernos confundido de esa manera. 

Suponemos que fue la grandeza de Roma, la cantidad de monumentos que contemplamos, la historia que recorrimos en sólo tres días, lo que hizo que nos perdiéramos en nuestro itinerario de viaje. Pero no quedaba otra que asumir el error y seguir adelante. Esas últimas horas, las utilizamos para recorrer nuevamente el centro de la ciudad y poder contemplar los principales monumentos de noche, algo que aún no habíamos hecho. El panorama cambia ante la luz de la luna, el Coliseo, la Fontana di Trevi y el Foro Romano entre otros monumentos, brillan de forma única. Realmente, vale la pena realizar una visita nocturna de Roma

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