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En Argentina, carpinchos "invaden" el barrio privado de Nordelta

En Argentina, en el barrio privado de Nordelta, a unos treinta kilómetros de la capital Buenos Aires, los habitantes tienen que convivir con una especie de roedor, el más grande del mundo, el carpincho o carpincho grande -Hydrochoerus hydrochaeris-. Instalado en una zona húmeda, hábitat natural de esta especie, este barrio ha alterado el entorno de los carpinchos y causado varias molestias a los habitantes de la zona.

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Familia de carpinchos © Matias Rebak

Según la Lista Roja, el carpincho es una especie estable particularmente presente en América del Sur -este de los Andes en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Guyana, todo Brasil, este de Bolivia, Paraguay, Uruguay y noroeste y este de Argentina-. “Hasta ahora hay dos especies: Hydrochoerus hydrochaeris que es la especie que vive en Argentina y una especie más pequeña, conocida como Hydrochoerus hysminus, presente entre Panamá y el norte de Colombia”, dijo Rubén Quintana, presidente de Fundación Humedales/Wetlands International. Además, los carpinchos solo viven en zonas húmedas. “El carpincho es un roedor anfibio, es decir, necesita agua para satisfacer diversas necesidades vitales. Habita principalmente en humedales subtropicales, desde los trópicos hasta las zonas templadas”.

En Argentina, los carpinchos representan un verdadero problema en la vida cotidiana de los habitantes del partido de Nordelta, en el departamento de Tigre, en la provincia de Buenos Aires. De hecho, la primera sección de las islas del Delta del Paraná pertenece al departamento de Tigre, por lo que se le llama Delta del Tigre. Esto representa la "parte baja" del Delta del Paraná, es decir la desembocadura del río Paraná que luego llega al Río de La Plata. Ocupa una superficie de unos 221 km² y cuenta con más de 350 ríos y arroyos.

En realidad, los carpinchos estaban presentes en este humedal mucho antes de la construcción de este barrio privado y naturalmente buscan recuperar su territorio. “Los carpinchos son animales que provienen de diferentes regiones de América Latina, incluyendo Argentina y en particular la zona del Delta del Paraná donde es común verlos”, indicó Alejandro Inti Bonomo, ingeniero ambiental. Hoy, los habitantes del barrio tienen que convivir con esta especie que a veces encuentran invasora...

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Carpinchos © Matias Rebak

¿Quién es el verdadero invasor en Nordelta?

En las redes sociales no es raro ver fotos y videos de la convivencia entre los habitantes del barrio privado y los carpinchos. Algunos muestran los daños que causan estos grandes roedores, el peligro para sus mascotas o incluso los problemas relacionados con el tráfico dentro del barrio... Otros, completamente irresponsables, se acercan a los carpinchos y se divierten con ellos ofreciéndoles, por ejemplo, beber un mate -bebida tradicional en Argentina-.

"Tuvimos que poner alambre de púas alrededor de nuestro jardín porque los carpinchos entraban y se comían todas las plantas", afirmó Graciela Daga, residente de Nordelta, y agregó que "una vez un repartidor fue atropellado por toda una familia de carpinchos y tuvo que ser hospitalizado”. Sin embargo, por regla general, los carpinchos no son una especie agresiva, "solo reaccionan cuando ven peligro, son una especie muy sociable, hay muchos ejemplos de carpinchos conviviendo con seres humanos y con otros animales sin ningún problema”, aseguró el director de Fundación Humedales.

Muchos hablan de la invasión de carpinchos en el barrio privado de Nordelta, pero en realidad solo siguen viviendo en lo que hasta ahora era su hábitat natural. La multiplicación de proyectos urbanísticos, sin regulaciones sólidas, en los humedales del Delta del Paraná ha provocado la reducción de su hábitat. "Desde mi punto de vista, como científico ambiental, me parece que no podemos hablar de una invasión de carpinchos. Es su hábitat natural por lo que no son invasores. Tampoco podemos hablar de superpoblación ni de invasión biológica porque no es una especie exótica”, aseguró Alejandro Inti Bonomo.

Lo que sugiere que la población de carpinchos es cada vez más abundante en el conjunto urbano privado de Nordelta es la ausencia total de depredadores naturales que regulen la especie. "La población de carpinchos está creciendo escandalosamente hoy, como cualquier especie que no es cazada –la caza de carpinchos actualmente está prohibida o regulada en algunas provincias– y no tiene depredadores", señaló Sebastián Di Martino, Director de Conservación de la Fundación Rewilding Argentina.

Como recordatorio, los principales depredadores de esta especie de roedor en la edad adulta son los pumas y los jaguares y, cuando son más jóvenes, son presa de caimanes, zorros o gatos monteses.

"El cuero de carpincho era muy apreciado y comercializado ampliamente, lo que provocó una gran persecución de esta especie. Terminaron desapareciendo en muchos lugares donde vivían y se volvieron muy raros”, explicó. Cuando el interés por el cuero de los carpinchos finalmente desapareció, sin la persecución humana y los depredadores naturales, los carpinchos comenzaron a aumentar en número nuevamente dentro de su hábitat natural. “En Buenos Aires la especie estuvo casi al borde de la extinción y hoy está recuperando territorio. En algunas carreteras incluso hay carteles que indican circular con precaución porque los carpinchos pueden cruzar”, indicó Rubén Quintana.

Además, como roedor, es una especie con una tasa de reproducción particularmente alta. “En buenas condiciones ambientales, una hembra puede tener hasta dos camadas por año con un promedio de 4 crías. Pero en muchos casos pueden ser más”, afirmó. En efecto, el barrio privado de Nordelta es propicio para su desarrollo por ser un lugar libre de caza furtiva, con cuerpos de agua y zonas de pastoreo. “No hablaría de una invasión de carpinchos, sino de una especie que ha encontrado las condiciones óptimas para reproducirse y establecerse”.

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Urbanización de la zona húmeda de Nordelta © Ruben Quintana

¿Es posible el equilibrio ecológico entre los habitantes de Nordelta y los carpinchos?

En barrios privados como Nordelta, obviamente es imposible introducir depredadores como el jaguar o el puma para regular el ecosistema y la población de carpinchos. "Como no se pueden introducir depredadores grandes, puede ser posible introducir depredadores más pequeños, como zorros, para ejercer alguna regulación", indicó el director de Conservación de la Fundación Rewilding Argentina, al tiempo que planteó otras soluciones como “instalar reductores de velocidad en las zonas más frecuentadas por carpinchos o colocando cercos eléctricos para que no entren en los jardines de los habitantes".

Se mencionan otras propuestas, como trasladar la población de carpinchos a otro lugar o, aún más radical, sacrificar un número de carpinchos por año. Sin embargo, estas soluciones no son viables. “Debemos encontrar la manera de poder convivir evitando todo tipo de inconvenientes y teniendo en cuenta los intereses de ambas partes”, señaló.

Para Alejandro, ingeniero ambiental, pensar en reducir la población de carpinchos es poco ético y de ninguna manera sería funcional. “Quien decida irse a vivir al hábitat de un carpincho en medio de un humedal debe estar preparado para convivir con esta situación”, indicó. Al tiempo que precisó que “la gran mayoría de las interacciones entre los carpinchos y la población del distrito es más bien amable”. Sin embargo, el comportamiento de los seres humanos hacia los animales salvajes no siempre es el adecuado. Por ejemplo, los lugareños acarician carpinchos o les dan comida. “El animal puede sentirse amenazado y comportarse, no de manera violenta, sino peligrosa para quienes están en contacto con él. Son animales que no están acostumbrados a que los alimenten, lo que eventualmente puede provocar cierto desequilibrio en su alimentación”, explicó.

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Carpincho © Matias Rebak

La urgencia de una ley de humedales

La gran cantidad de carpinchos en el barrio de Nordelta, Argentina, es consecuencia de la falta de planificación y regularización durante la construcción de complejos urbanos en humedales. “Muchas personas y organizaciones están reclamando una ley de humedales para evitar la construcción indiscriminada en estas áreas que son fundamentales para la conservación de la biodiversidad y que brindan muchos servicios al medio ambiente”, aseguró Sebastián Di Martino.

Se debe frenar de manera urgente el desarrollo inmobiliario en esta zona sensible y delicada. En efecto, los humedales representan aproximadamente el 21% del territorio argentino y, sin embargo, no existe un marco legal que los proteja. “No hay una ley de humedales. Las normas se respetan, pero son insuficientes para poder cuidar la fauna y los ecosistemas de este lugar”, explicó Alejandro Inti Bonomo, al tiempo que precisó que “la ley de humedales está a punto de perder rango parlamentario. Esta es la tercera vez en varios años".

Como indica la definición brindada por el Senado argentino, “todo proyecto de ley sometido a la consideración del Congreso y aprobado por una de sus cámaras caduca si no es aprobado por la otra cámara durante el año parlamentario en que ingresó a la Cámara de Revisión o el año siguiente”.

Desde hace diez años, organizaciones ecologistas luchan por la consideración de un proyecto de ley, por parte del parlamento argentino (Cámara de Diputados y Senadores), con el fin de conservar y usar sustentablemente los humedales del país, pero también restaurar los que ya están degradados. Sin embargo, el proyecto de ley sigue postergándose y durante este tiempo continúan los proyectos inmobiliarios y se multiplican los incendios.

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