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Ser musulmán en Argentina

La religión ha sido siempre un tema difícil de abordar, pero desde hace algunos años, una de ellas ha dado mucho que hablar: la religión musulmana. Los conflictos en Oriente Próximo y Oriente Medio, y la implicación de ciertos países occidentales en las guerras contra el terrorismo islamita, han acelerado el número de atentados en los países de la Unión Europea y Estados Unidos. 
Hoy en día, la religión musulmana es víctima de la amalgama, y la etiqueta de terrorismo resuena cada vez que ella es evocada. ¿Culpa de los medios? Poco importa, los hechos son tales que a veces es difícil asumir esta religión en Europa, por miedo a ser juzgado o etiquetado. Pero, ¿Qué pasa en América Latina? Del otro lado del Océano, en un continente mayoritariamente católico, ¿Los musulmanes son aceptados e integrados en la sociedad?

Para poder responder esto, nos hemos encontrado con un hombre originario de Mali, de religión musulmana, instalado en Argentina desde el mes de agosto de 2015, con el fin de contarnos su experiencia y su cotidiano como un hombre inmigrante y musulmán en Argentina.  Para respetar el anonimato de la persona, lo llamaremos: Ousmane.

A pesar del Ramadán, periodo de ayuno, Ousmane aceptó encontrarnos en el centro de Córdoba Capital, cerca de “La Cañada”, para revelarnos su historia personal. En un primer momento, Ousmane mantuvo una cierta distancia con nosotros. Por desconfianza, tal vez. Nos instalamos en una pequeña plaza. El no aceptó ser filmado durante el encuentro.

“Recibí una beca para estudiar en Cuba. Pasé 7 años allá. Soy ingeniero en telecomunicaciones. Una vez que terminé los estudios, regresé a trabajar a Mali y allí encontré a mi futuro Suegro… Yo era su intérprete. Por eso, conocí a su hija. Es por este motivo que hoy en día estoy en Argentina. Por mi mujer”, cuenta Ousmane. Pero un detalle puede sorprender, el no vio en persona a su actual esposa hasta su arribo en 2015. Cinco años de relación a distancia. “Estoy en Argentina por amor”, agrega. Sólo dos semanas antes de casarse, mientras que su familia pensaba que había dejado Mali por cuestiones laborales, él anunció a su madre su boda. Solo su hermano mayor lo sabía desde el principio. “La llamé para tener su bendición”, precisa. “Ella sabía que era el momento para mí de casarme. A partir de los 25 años comienzan a presionar con eso. Tú tienes un trabajo, entonces porque no estás casado – me decía mi madre”. En esa cultura, un hombre soltero, en el mundo profesional, va a tener dificultades a la hora de recibir responsabilidades. “Si estás casado, eso significa que eres responsable y que hay menos riesgos de que cometas errores cuando seas jefe”, confirma Ousmane.   

De la incomprensión a la explicación

Casado con una mujer de religión católica, la primera pregunta que viene a la cabeza es la siguiente: ¿Las dos familias aceptaron el casamiento? “En la religión musulmana decimos que un musulmán puede casarse con una mujer de religión católica, pero el contrario es difícil, es decir que si una mujer musulmana quiere casarse con un hombre católico, ella va a tener más dificultades”, explica. La religión dice que es más fácil convertir una mujer a la religión musulmana que a un hombre. De su lado, Ousmane no tiene ningún problema, más bien todo lo contrario. “Mi mujer me ayuda seguido, por los horarios de oración por ejemplo. Si ella ve que estoy mirando la televisión o una película, me dice – es la hora de tu oración – o si no me ve rezando, me pregunta que pasa”, cuenta sonriente.

Sin embargo, en reglas generales, la religión musulmana es poca o mal conocida en América Latina. “Aquí, no se conoce bien esta religión. Hace falta explicar”. Por ejemplo, cuando Ousmane está rezando, no puede responder al teléfono y las personas que intentan llamarlo pierden su tiempo. “Cuando termino de rezar, les digo y les explico para que ellos puedan comprender”, agrega. Además, si durante la oración, una persona no se da cuenta y pasa frente a él cuando << normalmente nadie debe pasar adelante >>, él espera terminar su oración para comentárselo.

“Al principio me molesta tener que explicar siempre todo, pero luego te habitúas”. Pero a veces ciertas personas no comprenden o no buscan comprender. “Por ejemplo, estoy haciendo el ayuno, y alguien se sienta a mi lado y fuma. Yo debo decirle que no puede fumar cerca de mí y él no comprende”, describe todo con cierta sabiduría en su forma de hablar. Entonces, lejos de buscar problemas, Ousmane toma la iniciativa de alejarse. Esas son las pequeñas cosas del cotidiano que pueden a veces molestar, pero “jamás asociaron mi religión con el terrorismo aquí en Argentina”.

No podemos decir que Ousmane debe hacer  frente al racismo por su religión ya que ser musulmán no está escrito en su frente. Sin embargo, su color de piel se ve y le causa a veces miradas pesadas e indiscretas. “Cuando camino en la calle, es mi color de piel el que hace hablar. A veces, algunas personas murmuran mirándome”, indica. Siempre calmo y racional, Ousmane no busca jamás la confrontación. “En esos casos continúas tu camino porque te das cuenta que tienes un nivel superior a estas personas”, dice simplemente.

Finalmente, lo más difícil para Ousmane es esta incomprensión omnipresente. “Los argentinos no quieren que des tu opinión. Si les dices algo, ellos escuchan pero lo dejan en un costado”, intenta explicar. En efecto, cada vez que él intenta comparar ciertas cosas con la cultura de su país, la primera frase que ellos dicen es: " ¡Qué raro, son raros! ". Más que interesarse, enseguida juzgan directamente y eso “me puede herir”.

Integrarse y continuar sus tradiciones

En pleno periodo de Ramadán, Ousmane debe hacer frente a todas las tentaciones prohibidas en el exterior. Además, ese momento del año, importante para los musulmanes, es un mes para compartir en familia. Para él, por lo tanto, es difícil pasarlo en otro país con una cultura totalmente diferente a la suya.

“El último año alquilé una casa con mi mujer para pasar el Ramadán tranquilamente”, confiesa. Por el contrario, este año, como él vive en un hostal, el mes de Ramadán no estará para nada tranquilo. En efecto, cada vez, a la hora de desayunar, “las personas me llaman para comer y yo debo explicar nuevamente que hago ayuno”.

Sin embargo, con extrema sabiduría, indica que es él quien se tiene que adaptar a la cultura de un país que no es la suya y no es responsabilidad de ellos adaptarse a su cultura. “Cuando comprendes eso, es fácil”. 

Adaptarse a una cultura diferente

“Los argentinos se identifican a los europeos mientras que nosotros, en Mali, cada región tiene su propia cultura”, anuncia. El respeto hacia los mayores es un punto muy importante en la cultura de Mali. “Creo que aquí en Argentina, esto no se ve…”, agrega. En Mali, si el padre de familia muere, el primer hijo toma el mando y “lo debes escuchar”. De su lado, Ousmane tiene mucha suerte. Su hermano estaba al tanto de toda su historia desde el principio, y por eso lo ha dejado partir “pero si yo fuera de otra familia, las cosas podrían ser bastante distintas y ellos pudieran no haberme dejado ir”.

Los valores de la familia son distintos entre los dos países. Desde muy temprana edad, ellos están habituados a estar separados de sus padres o de su familia. “Por ejemplo, si no hay una escuela cerca de tu casa, te envían a la casa de una tía o un tío sin problemas. Visitas a tu familia solamente durante las vacaciones”, explica. Al contrario, en Argentina, la familia está omnipresente y “cuando partimos a otra provincia junto con mi mujer, ella está siempre en contacto con su familia para decirle que está todo bien”. En los dos países la familia tiene un lugar extremadamente importante pero la expresión de los sentimientos y las relaciones son completamente diferentes. “A veces me preguntan si extraño a mi país, yo digo que si lo extraño pero no como lo hacen ustedes”.

Instalarse en América Latina le ofreció también una nueva visión sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Después de sus estudios en Cuba, Ousmane tenía ya conocimientos sobre los nuevos códigos. “Si no hubiera vivido en Cuba, mi adaptación a la vida argentina sería seguramente diferente y tal vez menos fácil”, precisa. “Sabía que si tienes una novia, tu puedes ir a su casa, pasar la noche, quedarse el fin de semana, dos semanas, un mes… Mientras que en mí país, tu novia pasa el fin de semana en tu casa para saludar a la familia, discute con tu mama y se va. Las parejas se ven solamente los fines de semanas o a partir de las 19 hs hasta las 21 hs. Cando tu novia puede ir a tu casa, los viernes, sábados y domingos, la mamá está ahí para controlar y a partir de una hora ella comienza a decir - ¿Porqué ella está todavía acá? - todo eso hace parte de la cultura”.

A pesar de su integración y adaptación a la vida argentina, Ousmane proyecta retornar a Mali dentro de cinco años aproximadamente. Ninguna certeza. “Hay que adaptarse a todas las situaciones, si en algún momento es favorable para nosotros vivir en Mali, nos iremos. Si tenemos oportunidades aquí, nos quedaremos”, confirma.

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