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Comunidades nativas y el paradigma de “producir conservando”

La deforestación es una de las principales problemáticas a las que se enfrenta la Amazonía Peruana debido al aumento, entre otras cosas, de la agricultura en esta región. Las comunidades nativas contribuyen a este aumento ya que, desde hace años, sus modos de vida en contacto con la naturaleza se han visto modificados y en la actualidad tienen que articularse al mercado, es decir, deben producir y vender para poder subsistir. En este contexto, los sistemas de producción agroforestales dentro de los territorios pertenecientes a las comunidades nativas aparecen como una solución, una forma incrementar y optimizar la producción de una manera sostenible y resguardando los ecosistemas naturales.

La agricultura es el principal factor de deforestación a nivel mundial. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -ONUAA-, entre 2000 y 2010, el mundo perdió siete millones de hectáreas forestales y ganó seis millones de hectáreas para cultivo o pasto de animales. Esta situación ha empeorado con el paso de los años. Según un informe publicado por el Instituto de Recursos Mundiales -IRM-, durante el 2018 se perdieron 12 millones de hectáreas de bosques tropicales a nivel global y casi 2 millones sólo en Latinoamérica.

Manuel Albán, asesor técnico de la ONG “Separ” -Servicios Educativos, Promoción y Apoyo Rural-, aseguró que en la Amazonía, el cambio en el uso de los suelos es una de las principales problemáticas actuales. “Las pocas áreas que todavía se siguen conservando, debido a la presión que hay, posiblemente pasen a convertirse en cultivos”, señaló. Esta afirmación no hace más que confirmar las proyecciones de los expertos, quienes aseguran que el uso del suelo para la agricultura en la Amazonía peruana se incrementará en más del 30% para el año 2035. Algo que pondrá en riesgo la biodiversidad de toda la región.

“Estamos yendo a un proceso de estar en Amazonía pero tener un desierto verde. El futuro aquí será complicado”, expresó Manuel Albán. Y agregó que “habrá menos aprovisionamiento de agua, suelos que ya no soportarán los cultivos, y procesos de degradación y erosión de los suelos”. Esto se evidenciará si se continúa interviniendo los suelos bajo formas de producción que afectan enormemente los ecosistemas y la biodiversidad.

En la Amazonía peruana este tipo de producciones se observan con frecuencia por ejemplo en el caso de los cultivos de piña, cúrcuma o kion (jengibre). “Aquí es un pecado hacer ese tipo de cultivos bajo esas formas de producción, porque prácticamente se queman los bosques, se cultiva y luego esa tierra queda degradada durante años”, indicó. Y aseguró que “deben pasar largos periodos para que esa tierra vuelva a recuperar la cobertura vegetal que inicialmente tenía”.

Cultivos de piña, Perú

Cultivos de Piña en la Amazonía peruana

Más allá de esto, Manuel Albán aseguró que en esta parte de la Amazonía, la necesidad de la población es muy grande. “La mayor parte de los ingresos que tiene la población es por el sector agropecuario”, señaló. Sin embargo, aseguró que está convencido de que “sí es posible hacer agricultura sostenible y amigable con el medio ambiente”.

Adaptación a los cambios: la nueva vida de los nativos Amazónicos

La Amazonía peruana está habitada por numerosas comunidades nativas, en su mayoría de la etnia Asháninka. A lo largo de su existencia, estos vivieron únicamente de los recursos que la naturaleza ofrecía, ocupaban vastos territorios de la Amazonía, eran recolectores, cazadores y producían para su propio consumo. Así lo confirmó Américo Cabecilla Gálvez, miembro de la Comunidad nativa Asháninka “Zotani”: “Es nuestro territorio, el bosque, el que nos da la vida, nos da la familia y nos hace vivir íntegramente”.

“Nosotros consideramos que el bosque es nuestra ferretería, ya que nos ayuda a hacer nuestras casas; Además es nuestra farmacia, porque gracias a las medicinas que existen en las plantas nosotros nos sanamos; y también es nuestro mercado ya que de allí sacamos nuestro alimento”, expresó.

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Comunidad Nativa Asháninka "Santo Barato"

Sin embargo, en la actualidad, más allá de que continúan sirviéndose de la naturaleza para vivir día a día, debido a las problemáticas ambientales, a la sobrepoblación de la Amazonía y de las mismas comunidades en las últimas décadas, y a la pérdida de territorios que antes les pertenecían, los nativos de esta región se encuentran en un camino de transición en el cual, para sobrevivir, tienen que articularse al mercado.

   

Según Miguel Samaniego, miembro de la comunidad nativa Asháninka “San Miguel”, “actualmente las comunidades nativas se encuentran en un periodo de transición en el cual tienen que hacer agricultura y tiene que saber vender”. Y agregó que “antiguamente el dinero no tenía ningún valor, pero que en la actualidad las comunidades tienen que rebuscársela, vender algo para poder comprar algo, tienen que articularse al mercado”.

 

Producir en pequeñas cantidades para su propio consumo, ya no les alcanza; muchos de los ríos donde pescan, están contaminados; y el territorio del que antes disponían para cazar y sembrar, se ha ido reduciendo o debilitando con el paso del tiempo. Ante esto, Manuel Albán indicó que “en la actualidad las comunidades nativas están caminando a una transición; de una agricultura incipiente, la pesca, la caza, la recolección, a convertirse en grandes productores”.

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Vivero con plantas de Cacao en la Comunidad Nativa Asháninka "Churingaveni"

Sistema agroforestal como solución

De este modo, los miembros de muchas de las comunidades nativas que habitan en la Amazonía Peruana tienen que comenzar a realizar actividades de producción en grandes cantidades que hasta hace poco tiempo desconocían. Sin embargo, como su cultura milenaria lo demanda, deben respetar siempre a la naturaleza y a la enorme biodiversidad que los rodea. Los bosques no deben ser deforestados para favorecer su economía y ellos lo tienen claro. Frente a esto, los líderes nativos coinciden con los expertos en que los bosques y los árboles pueden favorecer la agricultura sostenible cuando se integran correctamente en los territorios agrícolas.

Bajo esta premisa es que surgen en la actualidad diferentes organizaciones que se preocupan por mejorar las técnicas en el uso de los suelos de la Amazonía Peruana con el objetivo de lograr una sostenibilidad y una buena productividad de la tierra, siempre en armonía con el medio ambiente. Un ejemplo de esto es la ONG “Separ”, una asociación civil sin fines de lucro que tiene como objetivo promover el desarrollo sostenible en esta región y prioriza su intervención a favor de poblaciones vulnerables o excluidas, principalmente de comunidades nativas.

Hoy en día y ante esta problemática que comenzó a evidenciarse en esta región, esta ONG está llevando a cabo un proyecto que busca beneficiar la producción en algunas comunidades nativas de la zona sin perjudicar al medio ambiente que las rodea. El proyecto se centra en la producción agroforestal de cacao nativo. Según Manuel Albán, su objetivo tiene que ver con “mejorar los ingresos de los productores nativos, aportar a su seguridad alimentaria y fortalecer la institucionalidad de las organizaciones indígenas”. Además, aseguró que lo que buscan es que “estos sistemas de producción sean amigables con los ecosistemas, con la biodiversidad y con todo el medio ambiente en su conjunto”.

El cacao es uno de los cultivos que contribuye a la mejora de la economía de los nativos que habitan en esta región, cuyos terrenos son aptos y potencialmente fértiles para su desarrollo. Es un cultivo que crece en equilibrio con los ecosistemas locales, y que tiene un bajo impacto en los suelos agrícolas. Sin embargo, en los últimos años ha sido una de las causas de la deforestación de la Amazonía peruana. Es por eso que organizaciones como Separ han comenzado a trabajar con métodos de cosecha sostenibles, que les permitan mantener una buena relación con el medio ambiente, cuidando los ecosistemas, y además, mejorando su producción.

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Cacao

Con un sistema agroforestal, se cultivan árboles alrededor de los cultivos agrícolas así los árboles protegen al suelo de las condiciones climáticas y la tierra se vuelve más fértil por el incremento de materia orgánica alrededor. Manuel Albán afirmó que el agroforestal es un sistema productivo compatible con los ecosistemas locales naturales y que sólo busca imitarlos”. Para él se trata de la “conservación y el uso de los recursos pero de una manera sostenible”.

Este beneficio de los sistemas agroforestales hacia los ecosistemas se ve reflejado, entre otras cosas, en que al no fomentar la tala, los animales de la zona pueden encontrar un hábitat donde vivir. “Si hay un árbol de kina kina o de caoba en el medio de la parcela de cacao, tranquilamente va a ser hospedero de algunas aves que se encuentran normalmente en el campo”, aseguró Sergio Canales Vargas, miembro de “Separ”. De este modo, aseguró que se “coopera con los ecosistemas, con los animales y con la innumerable cantidad de insectos que allí encuentran un hogar”.

Como señala Manuel Albán, “toda actividad agrícola o agropecuaria siempre va a traer consigo una modificación en los ecosistemas naturales”, sin embargo lo que se busca desde esta organización es “aportar y apoyar a las comunidades para que ese impacto sea lo más mínimo posible”.

Se debe comprender que en la actualidad, en esta región de la Amazonía, las comunidades nativas se encuentran en una situación inédita para ellos en la que necesitan articularse a estos nuevos modos de producción sin dejar de lado su cosmovisión. Ante esto, Manuel Albán expresó que, mediante este proyecto, buscan que las comunidades nativas “puedan mejorar su calidad de vida y su seguridad alimentaria, y se puedan articular al mercado, manteniéndose siempre en armonía con el medio ambiente que los rodea”.

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