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ESPAÑA

Pontevedra, modelo de ciudad sostenible

Pontevedra, situada en el noroeste de España, ha adoptado una política medioambiental ejemplar al prohibir la circulación de automóviles y mejorar la gestión de sus residuos a través de un sistema de compostaje. Incluso si a veces son invisibles a simple vista, los resultados son reales, en particular, con una mejor calidad del aire.

Centro

Antes de convertirse en un modelo a seguir, la ciudad de Pontevedra, en la comunidad autónoma de Galicia, tuvo que hacer una verdadera transición para recuperar la calidad de vida conocida en las décadas de 1940 y 1960. "Fue un ejemplo -al igual que Santiago de Compostela- de cosmopolitismo, calidad de vida, buenas costumbres... En los años 70 y 80 la ciudad acabó perdiéndolo todo por motivos fundamentalmente industriales y de cambio de estilos de vida”, explica Benito García Carril, presidente de la Asociación Galicia Ambiental.

Fue necesario que el nuevo alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, quien asumió el cargo en 1999, comenzara a ver un renacimiento en la ciudad. A pesar de la fuerte oposición de la población local, decidió implementar una política de peatonalización en áreas bien definidas. "Posteriormente, instauró un proceso de ralentización del tráfico rebajando la velocidad a 30 km/h en prácticamente toda la ciudad de Pontevedra. Si bien esto se convirtió en ley nacional en 2021, Pontevedra ya lo hacía desde hace varios años”, agregó.

Con estas nuevas medidas, las cuales fueron motivo de grandes debates, la calidad del aire ha mejorado mucho, acompañado de una calidad de vida y un creciente desarrollo económico. Los comerciantes fueron los primeros en criticar esta política medioambiental, centrada en la peatonalización de la ciudad, por miedo a perder clientes.

Finalmente, es un verdadero éxito desde el punto de vista del desarrollo económico y turístico. "Pontevedra ha recuperado el pulso cultural. Es una ciudad agradable para vivir, sobre todo en una Galicia donde muchos centros históricos empiezan a perder el alma, como el de Santiago de Compostela, que ha quedado prácticamente muerto”, asegura Benito García Carril.

Pontevedra, una ciudad sin automóviles…

Uno de los puntos esenciales en la mejora de la calidad de vida y del aire en Pontevedra es, evidentemente, la prohibición de circular en coche por el núcleo urbano. Según un estudio realizado por la Fundación “Ecología y Desarrollo”, en 2018 se retiraron más de 50.000 vehículos, en apenas dos décadas, gracias a la política de peatonalización.

La contaminación del aire es una de las principales causas de muerte prematura en España. Es por ello que el número de vehículos en la ciudad de Pontevedra ha pasado de 74.000 en 1995 a 22.709 en 2014. Se han implantado medidas de reducción de velocidad a 30 km/h, así como la eliminación total del denominado tráfico pesado en áreas residenciales. Posteriormente, se dotó al casco histórico y su entorno de aparcamientos subterráneos para suprimir el tráfico de coches”, explica en detalle Benito García Carril.

En las zonas donde todavía se permite el paso de automóviles, la velocidad es de entre 10 y 30 km/h como máximo, con la instalación de badenes cada 50 metros. Todo está preparado para que el peatón sea el rey y para animar a los conductores a dejar su coche en los distintos aparcamientos disponibles. Respecto de los trayectos dentro de la ciudad, para tener una idea del tiempo por recorrer, hay un mapa de la ciudad, como el del metro, pero a pie. “La distancia máxima a caminar es de unos 20 minutos”, indica María Durán, Gerente del Sector de Recursos Naturales y Residuos de la ONG “Amigos de la Tierra” en Galicia.

Al contrario de lo que se podría pensar, prohibir los vehículos es una bendición para los comerciantes, porque los clientes se toman el tiempo de pasear por las distintas tiendas del centro de la ciudad. “Ahora son los comerciantes los que piden la ampliación de las zonas de exclusión de vehículos”, confirma Juan Manuel Loureiro Taibo, diputado de la Confederación Gallega de Asociaciones de Vecinos “Rosalía de Castro” (CoGaVe).

Bandera de España

Esta transición a una ciudad sin automóviles fue particularmente rápida. Era necesario armarse de paciencia y demostrar pedagogía para lograr convencer a los habitantes de los beneficios de tal política. Sin embargo, conseguir replicar el éxito de Pontevedra en otras ciudades españolas sigue siendo una utopía… Por ejemplo, Orense, una ciudad caótica de Galicia, es tristemente célebre por tener la tasa más alta, a nivel nacional, de accidentes de tráfico.

Creo que todavía hay demasiados gobiernos viviendo en el pasado. Piensan que los automóviles y las motocicletas representan un progreso, cuando estos ya son parte del pasado”, aseguró María Durán, al tiempo que indicó que “estamos en una fase de emergencia climática y el progreso requiere una movilidad en bicicleta, a pie o en transporte público".

…Y un modelo de gestión de residuos a seguir

En la comunidad autónoma de Galicia, el modelo de gestión de residuos dista mucho de ser sostenible y respetuoso con el medio ambiente... Basado en la centralización, todos los residuos sólidos urbanos, producidos por los 4 millones de habitantes de la región, son transportados en camión o tren, a unos 100 a 200 kilómetros de distancia, a la planta central que también es un incinerador.

La incineración se realiza sin realizar ninguna separación entre los residuos orgánicos y el resto. Aunque se respetan los parámetros legales, se trata de emisiones innecesarias que contaminan la atmósfera”, afirmó Benito García Carril, y añadió que hoy “Galicia es una de las comunidades donde las tasas de incineración no selectiva son las más importantes".

Por ello, la ciudad de Pontevedra destaca por implantar un modelo mucho más sostenible en la gestión de sus residuos. “Al igual que otros municipios de la provincia, Pontevedra tiene como objetivo la gestión de los residuos directamente desde el lugar de producción, centrándose principalmente en la materia orgánica que representa, en España, la mitad de los residuos producidos”, confirma Maria Duran.

Para ello, la ciudad ha desarrollado un proyecto de compostaje doméstico, instalando compostadores dentro de las propias casas o creando compostadores comunitarios para las personas que viven en apartamentos. “Si estas dos opciones son imposibles, la idea es poder recoger los residuos orgánicos directamente de los habitantes y transportarlos a una pequeña planta de compostaje. El principal objetivo es descentralizar los modelos de gestión de residuos que conocemos actualmente”, explicó.

Sin embargo, Pontevedra no es perfecta y aún le queda mucho camino por recorrer para poder ocuparse por completo de la gestión de sus residuos. Aunque ha conseguido eliminar toneladas de materia orgánica gracias a la solución del compostaje, la ciudad sigue enviando la otra parte de sus residuos a la Sociedad Gallega de Medio Ambiente (SOGAMA), que se encarga de la gestión y tratamiento de los residuos urbanos producidos en Galicia. “Ese es el gran hándicap de la ciudad de Pontevedra”, confirma Benito García Carril.

A pesar de ello, desde el punto de vista económico, los cambios son notables. La reducción de los residuos producidos y enviados a SOGAMA -cuyo coste oscila entre 40 y 60 euros por tonelada de materia orgánica- ha permitido a la ciudad de Pontevedra realizar importantes ahorros.

Centro de la ciudad

En resumen, Pontevedra es un ejemplo, pero no hay que olvidar que Galicia tiene un problema estructural básico en cuanto al sistema de gestión de residuos, a excepción de La Coruña y su área metropolitana o Barvanza y su región, que tienen su propia gestión de residuos, basada en la separación de residuos húmedos y secos, permitiendo una altísima recuperación de elementos inorgánicos. Sin embargo, el resto de Galicia continúa en un sistema del que la ciudad de Pontevedra ya no debería formar parte por todos los esfuerzos realizados en los últimos años”, aclara.

ENCE, una industria papelera contaminante empujada a la salida

En efecto, la ría de Pontevedra, que representa una de las tres principales entradas marítimas a Galicia, está contaminada por una industria papelera llamada ENCE, que produce celulosa sin cloro y sin energía a partir de biomasa forestal. “Esta empresa industrial está pegada a la ría… Antes de su instalación, había una playa destinada al ocio de los habitantes de Pontevedra. A finales del siglo XIX, había incluso miembros del gobierno español que venían a pasar sus vacaciones en esta famosa playa”, cuenta Juan Manuel Loureiro Taibo.

En la actualidad, la ría de Pontevedra está lejos de ser un destino paradisíaco. Aunque la contaminación no es visible a simple vista, Juan Manuel Loureiro asegura que la contaminación del suelo, la ría y el mar sí es real.

Peor aún, había una planta de cloro justo al lado de ENCE, porque para poder producir pasta de papel había que pasarla por cloro. Fue una verdadera bomba de tiempo… Logramos, después de una lucha feroz, obtener el cierre de esta fábrica. La propia empresa tuvo que reconstruir y devolver el terreno a su estado anterior, y encontramos cantidades asombrosas de mercurio".

Ciertos parámetros, como el empleo, han sido eje del debate "a favor o en contra" del cierre de esta empresa contaminante. Ante esta polémica, Juan Manuel Loureiro Taibo quisiera señalar que si la fábrica cierra están en juego 275 empleos directos, pero “las condiciones de los contratos son precarias, temporales y con bajas prestaciones". Según él, los intereses de la ría y de la ciudad de Pontevedra están por encima de los demás.

Además, los peligros asociados al mercurio son un auténtico condicionante para los pescadores de marisco de la ría que se ven obligados a pasar por una zona de depuración antes de poder vender sus productos. “Desde la Federación de Juntas de Vecinos de Castelao de Pontevedra, creemos que existen otros lugares, incluso en Galicia, más adecuados para la instalación de esta industria respetando las condiciones necesarias para no contaminar".

Durante el mes de julio de 2021, la pelea tomó un giro completamente diferente cuando la Audiencia Nacional -tribunal español con jurisdicción nacional- dictó una decisión trascendental para el futuro de ENCE en la ría de Pontevedra, anulando la prórroga de los sesenta años concedida en 2016 por el gobierno de Mariano Rajoy a la industria papelera. Según la organización ecologista Greenpeace España, que lleva esperando este momento desde los años 90, por fin se abre la puerta que empuja a ENCE a abandonar cuanto antes el dominio público marítimo y terrestre de la ría de Pontevedra. “Es un gran día para el futuro de nuestra ciudad ”, expresó Juan Manuel Loureiro Taibo. Todos estos años de lucha no han sido en vano y la ría de Pontevedra podrá volver a brillar.

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