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Tierra del Fuego invadida por castores

En la isla de Tierra del Fuego, en el sur de Argentina, los castores son una verdadera plaga para el medio ambiente. Los llamados ingenieros de ecosistemas, originarios de Canadá y Estados Unidos, fueron introducidos a esta parte del país donde la falta, o la ausencia de depredadores les permitió reproducirse a gran velocidad y lograr cruzar al continente tanto argentino como chileno. La erradicación de los castores parece ser la única solución viable para abordar este problema ambiental.

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Consecuencias ambientales de los castores canadensis en Tierra del Fuego, Argentina. ©Daniel Ramadori

Los Castores (Castor canadensis) se introdujeron en la costa argentina del lago Fagnano, en la isla de Tierra del Fuego en 1946. El objetivo principal era iniciar y promover una posible industria peletera. Para ello, se introdujeron 25 parejas de castores en esta provincia. Sin embargo, este recurso de peletización no tuvo el éxito esperado y los castores finalmente fueron olvidados...


En consecuencia, se reprodujeron, sin ningún obstáculo, en un entorno propicio para su desarrollo, y su densidad de población se volvió incontrolable. "Cuando una especie se introduce en un hábitat que no es el suyo, es posible que sus poblaciones no prosperen o no encuentren las condiciones óptimas y se conviertan en especies invasoras, esto significa que sus poblaciones encuentran el entorno adecuado para prosperar sin o con muy pocas limitaciones. Este es el caso del castor, que en la isla de Tierra del Fuego encontró la oportunidad de expandirse sin barreras, en casi todos los hábitats disponibles, fundamentalmente los bosques, con abundantes cuerpos de agua, madera, inmensas zonas deshabitadas por el ser humano y sin o con muy pocos predadores", explicó Daniel Ramadori, exdirector nacional de Vida Silvestre de Argentina y representante regional para América Centro, Sur y Caribe del Comité de Fauna de la Convención CITES (Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres).


Las condiciones son tan perfectas para la reproducción de castores que han acabado conquistando nuevos territorios. Esta invasión se extendió a otras islas más pequeñas e incluso al continente sudamericano, cubriendo un área de aproximadamente 7 millones de hectáreas y ocupando al menos 27,000 kilómetros de vías fluviales.


“Fueron vistos en la península de Brunwick, Chile, e incluso más al norte, a pocos kilómetros de la frontera con Argentina, cerca de la localidad de Río Turbio, en el extremo suroeste del continente”, especificó el especialista Daniel Ramadori, al tiempo que agregó que “esta especie tiene todas las cartas en la mano para seguir avanzando hacia el norte del continente. Las condiciones son ideales para los castores, hay enormes áreas despobladas, bosques vírgenes y miles de cuerpos de agua”.


Además, a diferencia de Canadá y Estados Unidos, los castores tienen pocos o ningún depredador en la isla de Tierra del Fuego. Esta es la razón por la cual pueden seguir desarrollándose en paz. Sin embargo, una vez en el continente sudamericano entra en juego el depredador natural de esta especie, el Puma (Puma concolor). Pero esto no es una solución. "La disponibilidad de presas 'más fáciles' para el puma, como ovejas o guanacos, seguramente no ayude en la tarea del control poblacional del castor".


Hoy en día, el número total exacto de castores en estas áreas es difícil de verificar. Sin embargo, se sabe que hay aproximadamente 100.000 distribuidos en territorios argentinos y chilenos.

Las consecuencias ambientales parecen irreversibles

Esta expansión del número de castores, en la isla y hasta el continente, no deja de tener consecuencias para el medio ambiente. “La pérdida de áreas forestales en la isla de Tierra del Fuego es uno de los principales efectos. Esto se debe a la tala de árboles y la inundación de áreas forestales durante la construcción de las represas. A partir de estos cambios, se modifica la dinámica de los nutrientes en el bosque, se cambia el régimen de los ríos, con la rotura de los diques se erosionan los valles, etc.”, explicó en detalle Daniel Ramadori.


Además, el crecimiento de las especies arbóreas locales -Nothofagus sp - es tan lento en comparación con las especies arbóreas nativas del hemisferio norte, que estos impactos ambientales son irreversibles. "Otro ambiente impactado por los castores, y mucho menos resiliente que los bosques de Nothofagus, son las turberas, las que además tienen la importante función de regulación y contribución global en la captación y retención de carbono”, dijo.


Por lo tanto, se debe actuar con rapidez si se quiere minimizar los impactos negativos causados por los castores en esta región.

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Tala de árboles por los castores para construir sus presas ©Daniel Ramadori

Erradicación, ¿La única solución viable?

A partir de 1977, consciente de la gravedad de la situación, la Dirección de la Fauna Salvaje, en colaboración con la Administración de Parques Nacionales, realizó un relevamiento en Tierra del Fuego y en Santa Cruz, Argentina, para evaluar la situación de los ecosistemas afectados. Esto reflejó con claridad el impacto de la invasión de esta exótica especie en los ecosistemas patagónicos.


Fue en 2003 que Argentina y Chile empezaron a hablar de la necesidad de erradicar el castor canadensis de Tierra del Fuego. Cabe recordar que Tierra del Fuego es una isla compartida entre los Estados de Argentina y Chile. “En agosto de 2006, la 'Estrategia Binacional para la Erradicación del Castor en la Patagonia Sur' fue firmada en la ciudad de Río Gallegos por representantes de las dos Naciones”, dijo Daniel Ramadori.


Un "Estudio de Factibilidad", realizado por expertos y especialistas internacionales, permitió evaluar y confirmar la posibilidad de erradicar castores de la zona sur del continente. Además, indicó que se debe actuar con rapidez frente a la amenaza de la reciente colonización del continente por parte de los castores.


Tras numerosas reuniones y la firma de convenios entre las distintas instituciones y organismos argentinos y chilenos, se inició una nueva etapa. "Argentina y Chile han obtenido financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial -GEF- para comenzar a trabajar en temas relacionados con la erradicación del castor. En la actualidad, instituciones de ambos países están trabajando en compromisos asumidos”, confirmó Ramadori, al tiempo que justificó la falta de resultados por motivos económicos. “La erradicación del castor requiere, según el Estudio de Factibilidad, una importante inversión de fondos, del orden de decenas de millones de dólares. La logística implica enfrentar muchos desafíos en los dos países; estas son zonas aisladas y despobladas, el clima es duro... pero ¿cuánto valen los bosques y la biodiversidad de la Patagonia?".

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