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Escuelas públicas 100% sustentables en América Latina

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En Uruguay, en el año 2016 se construyó la primera escuela totalmente sustentable. Este proyecto, iniciado por la organización “Tagma”, contó con la participación de diversos actores públicos y privados, miembros de la sociedad civil, del sector académico y de la comunidad local, y tiene como objetivo desarrollarse en todo el continente latinoamericano.

Escuela pública y sustentable de la pequeña ciudad costera de Jaureguiberry, en Uruguay.

Vista general con el huerto de la escuela en primer plano. ©Martín Espósito

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Instalación de paneles solares en escuelas. ©Martín Espósito

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Los voluntarios que hicieron posible la construcción de la escuela en solo 45 días. ©Martín Espósito

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Un programa escolar a medida…

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Interior de la escuela pública y sustentable construida en Mar Chiquita, Argentina. ©Martín Espósito

...niños, padres y profesores comprometidos con la protección del medio ambiente

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El primer aula, del programa Aula Escuela Plus, construida en 2019, en el centro Agustín Ferreiro, Uruguay. ©Martín Espósito

Fue en la localidad de Jaureguiberry, en el departamento de Canelones, a unos 80km de la capital de Uruguay, donde en 2016 se creó la primera escuela 100% sustentable. Más de 24.000 toneladas de materiales reciclados permitieron construir este edificio, que es autosuficiente en agua y energía, y cuenta con una superficie aproximada de 300m². Tiene capacidad para un centenar de estudiantes de entre 3 y 12 años.

Sin embargo, la idea de este impresionante proyecto data de hace varios años... "La idea del proyecto comenzó en Uruguay, en 2012, con algunos amigos y conocidos. Todos teníamos una conexión especial con los temas en materia de educación y desarrollo, y todos trabajábamos para organizaciones sociales”, dijo Martín Espósito, director general de la organización social uruguaya Tagma y del programa Una Escuela Sustentable.

Un día, gracias al documental “Garbage Warrior”, que cuenta la historia del famoso arquitecto norteamericano, Michael Reynolds, al frente de la organización Earthship, este grupo de amigos que buscaba tener "una nueva forma de vida y conectar con otros tipos de espacios”, tuvieron una idea. "Han pasado 45 años desde que la organización de Michael Reynolds ha estado construyendo edificios sostenibles, especialmente viviendas en Nuevo México, en los Estados Unidos. Entonces se descubrió, por primera vez, cómo un edificio podía integrar todos los seis principios de sostenibilidad que son la recolección de agua de lluvia, el tratamiento de aguas grises y negras, la producción de alimentos orgánicos, la producción de energía renovable, el uso de materiales reciclables o reutilizables y el acondicionamiento térmico, es decir la posibilidad de que un edificio se enfríe o se caliente sin recurrir a fuentes externas”, explicó en detalle el fundador del proyecto en Uruguay.

A partir de ese momento, el equipo de Martín Espósito se sintió motivado y dispuesto a embarcarse en esta aventura reproduciendo el patrón de Estados Unidos pero adaptándolo a un proyecto educativo. "Pensamos que si podíamos componer este tipo de estructura en la educación pública, podríamos transmitir un mensaje mucho más poderoso que simplemente construir una casa particular", dijo con orgullo.

Les tomó casi cinco años lograr reunir todos los elementos esenciales para la implementación de este innovador proyecto y la integración de esta escuela pública al sistema educativo de Uruguay. “En 2016 obtuvimos los fondos necesarios, alrededor de  315,000 dólares, los permisos de construcción, contratamos a Michael Reynolds y su equipo. Cerca de 100 estudiantes de treinta países diferentes se inscribieron para la capacitación en construcción, y además hemos contado con el apoyo de empresas privadas, de distintas entidades gubernamentales y de la pequeña localidad costera de Jaureguiberry”, aseguró el director del programa.

Lo más impresionante de esta aventura humana, social y educativa es el tiempo dedicado a construir la escuela. Solo 45 días fueron suficientes para montar una escuela 100% sustentable. "Entre el 1 de febrero y el 16 de marzo de 2016, la escuela pública y sustentable estuvo lista. La inauguración de esta escuela nos abrió otras puertas...", agregó al explicar que este primer proyecto tan exitoso se pudo repetir en Mar Chiquita, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Cuando nació esta segunda escuela pública, rápidamente se afianzó la idea de crear una en cada país latinoamericano.

Aprovechando su impulso, se construyó una tercera escuela en Valparaíso, Chile, con algunas modificaciones. “En Chile cambiamos de arquitectos y optamos por un estudio de arquitectura ecuatoriano que poseía los mismos valores de construir con poco, y además realizamos el diseño participativo junto a la comunidad. Fue la oportunidad de tener un diseño más local con una arquitectura más latinoamericana". Colombia y Perú son los siguientes países en la lista del programa.

La escuela sustentable construida en Valparaíso, Chile

©Martín Espósito

Por supuesto, la idea no es dejar de lado el programa educativo público para hablar sólo del medio ambiente, es mucho más que eso. De hecho, "estamos estudiando el programa escolar para reinterpretar ciertos contenidos y ciertos temas desde un punto de vista ambiental, pero también utilizando los edificios como herramienta de aprendizaje", describió muy claramente el fundador del programa. Este programa escolar se lleva a cabo en estrecha colaboración con los profesores.

"Intentamos trabajar con cada comunidad sobre cómo puede cambiar el ADN de la educación de una escuela, integrando una nueva mirada y cambiando la visión del contenido para hacerlo más local, más vinculado a las necesidades del los niños y el entorno en el que viven. Es un conjunto de aprendizaje que aún no está bien desarrollado en las escuelas públicas”, indicó claramente.

El siguiente paso en este programa naciente es la unión de las tres primeras escuelas ya construidas para "trabajar juntos y comenzar a compartir sus aprendizajes y sus conocimientos. La idea es formar una red y crecer juntos".

Además, este año todos los actores que hicieron posible la construcción de escuelas están elaborando su propio programa escolar poniendo la educación ambiental en el centro de la educación básica en América Latina. “Empezaremos con las escuelas ya construidas y luego formaremos una red con otras escuelas que deseen unirse a nosotros e intentaremos entender cómo crear proyectos escolares e institucionales que den un aspecto más local a la educación en las escuelas públicas, adaptándose a la ciudad, a sus problemas y a sus posibilidades”, confirmó. En resumen, a través de este programa, el director y su equipo ofrecen una educación menos centralizada.

¿Qué podría ser mejor que una escuela totalmente autosuficiente para enviar un mensaje claro a los niños sobre la emergencia climática actual? Al crecer en esta escuela, desde una edad temprana, estos niños se enfrentan a temas ambientales, a la noción de sustentabilidad y, principalmente, a la importancia de proteger el medio ambiente que los rodea.

“Por ejemplo, en la ciudad de Valparaíso, en Chile, la zona en la que construimos la escuela se está convirtiendo en un verdadero desierto. Y eso no es algo que los niños descubran en los medios de comunicación, sino que lo viven diariamente. La falta de agua, la escasez de recursos, y la urgencia climática es cada día mayor”, confirmó el fundador del programa.

Los niños no tienen más remedio que observar los cambios climáticos actuales y los entienden completamente. "Desde que comenzamos este proyecto escolar, la sustentabilidad ya no es un lujo sino una necesidad. Nadie lo cuestiona hoy, como hace 10 años cuando los problemas no estaban tan cerca".

Además, la organización Tagma ha desarrollado un nuevo programa paralelo, "Aula escuela plus", destinado a construir aulas orientadas a la educación ambiental "en espacios donde confluyan diferentes escuelas e instituciones educativas".

Ya se construyó una primera sala el año pasado en el centro Agustín Ferreiro, un centro de formación de maestros rurales, en la provincia de Canelones, Uruguay. El objetivo principal de este proyecto es ayudar a los maestros a incorporar la educación ambiental en el currículo escolar oficial.

Con tales iniciativas, es difícil perder la esperanza de un futuro mejor para nuestro planeta. También es una gran lección de humanidad y solidaridad ya que todos están haciendo su parte -niños, padres, estudiantes, voluntarios, residentes- para que este proyecto sea viable.

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