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Nacer y crecer durante la Segunda Guerra Mundial

Arlette es francesa, tiene 77 años, y nació en Nevers en 1940. En ese momento y al igual que gran parte del país, la ciudad se encontraba ocupada por el ejército alemán. Conozcamos su historia plagada de recuerdos únicos e imborrables.

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Inicio de la ocupación

Nos trasladamos a Nevers, una ciudad ubicada en el centro de Francia, que estuvo marcada por la fatídica Segunda Guerra Mundial. La mañana del 17 de junio de 1940, las fuerzas armadas alemanas ingresaron a la ciudad con el objetivo de quedarse indefinidamente.

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En esa época, Francia había sido vencida por el nazismo, y se dividía en dos zonas principales separadas por una línea divisoria -una zona ocupada (al norte y a lo largo de la costa atlántica), y una zona libre (en el sur) donde se estableció el régimen de Vichy, dirigido por el mariscal Pétain-. Nevers se encontraba algunos kilómetros hacia el interior de los límites de la zona ocupada.

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Según nos contó Arlette, Nevers era una ciudad muy importante para los alemanes gracias a su ubicación geográfica al centro el territorio francés. La ciudad “formaba parte de la ruta ferroviaria denominada PLM” -haciendo referencia a las ciudades Paris Lyon Marseille-. Los trenes que recorrían el país de norte a sur y viceversa, pasaban todos por Nevers.

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“La gente que podía huir de las zonas ocupadas de Francia, se dirigía siempre hacia el sur, a las ciudades libres. Aunque luego de los acuerdos de Pétain, los alemanes comenzaron a ocupar casi la totalidad del país y ya no quedaban zonas libres de nazis”, nos contó Arlette con algo de angustia.

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Mapa de Francia durante la ocupación

(Fuente: Wikipedia)

Convivir con el enemigo

En los principales edificios de la ciudad de Nevers, comenzaron a flamear banderas con la esvástica. De este modo, el Feld-kommandantur se instaló en el Hotel de France (destruido en 1976), mientras que el Standort-kommandantur se quedó en las instalaciones de la Caja de Ahorros, frente a la actual plaza Carnot.

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Los habitantes de Nevers, tuvieron que aprender diariamente a vivir con el ocupante. Arlette siempre recuerda que escuchaba pasar las largas filas de soldados alemanes mientras jugaba con sus hermanos en su jardín. “Había una planta bastante alta al fondo del jardín que nos tapaba la vista a la calle, sin embargo, algo que sí podíamos observar era la punta de las bayonetas de los soldados cuando pasaban”, nos contó.

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Arlette y su familia no podían escapar de esta triste y diaria realidad ya que vivían cerca de la fábrica Thomson, ocupada con el fin de fabricar municiones. Por lo que, había alemanes siempre en los alrededores de su vivienda. Otra cosa que recordó Arlette fue que los nazis robaban todos los medios de movilidad a los habitantes de la ciudad para que no escaparan. “Mi padre escondía su bicicleta entre las plantas para que los alemanes no se la saquen”, nos explicó con orgullo.

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Más allá de esto, relató un episodio que vivió una vez con un miembro del ejército alemán que, según dijo, nunca podrá olvidar. “Un soldado alemán nos vio a mi y a mis hermanos junto a mi madre jugando en el jardín y se acercó para ofrecernos chocolate. Me acuerdo que cuando se aproximó, antes de darnos el chocolate, se dirigió a mi madre y le dijo ´yo también tengo hijos pequeños´. Parecía un hombre muy gentil”, nos contó.

Racionamiento de alimentos

Con los alemanes ocupando la ciudad, y ante las grandes dificultades para adquirir productos alimenticios esenciales debido a la guerra que se llevaba a cabo en toda Europa, se estableció un sistema de tickets de racionamiento. Al igual que el resto de los franceses, los habitantes de Nevers tenían que hacer largas colas para acceder a las tiendas esenciales -especialmente panaderías y embutidos-.

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“Mis padres tenían que hacer cola para poder traernos un poco de pan o un pedazo de carne”, nos confirmó Arlette. Igualmente, nos contó que bastante seguido las raciones se acababan demasiado rápido, y de este modo en varias oportunidades, sus padres volvían a su casa con las manos vacías.

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Por otro lado, nos contó que hasta el tabaco estaba racionado dentro del sistema de tickets en esa época y que su padre le sacaba provecho a esta situación para poder darles de comer a ella y a sus hermanos. “Mi padre no fumaba, pero igualmente recogía su ración de cigarrillos y luego se los ofrecía a alguna persona que fumaba a cambio de comida”, recordó Arlette. El trueque era una de las opciones que existían durante la guerra para acceder a un poco de comida. Era una forma de sobrevivir.

Cerca del fin: los bombardeos del '44

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Catedral de Nevers luego de los bombardeos de 1944 - Fuente: Le Journal du Centre

A mediados del año 1944, la Alemania Nazi estaba cerca de la derrota y sus soldados comenzaban a replegarse. Sin embargo, Nevers albergaba aún cientos de alemanes en su interior. El 12 de julio ocurrió el primer ataque aéreo de los aliados hacia Nevers con el fin de expulsar a los invasores. Sin embargo, fue la noche del 16 de julio en la que tuvo lugar el peor ataque que vivió la ciudad. Cerca de las 2 de la madrugada, la Fuerza Aérea Británica lanzó un inmenso ataque -500 toneladas de explosivos- sobre la ciudad de Nevers dejando más de 160 civiles y una veintena de soldados alemanes muertos. Una verdadera catástrofe.

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“Recuerdo que escuchábamos sirenas y los fuertes ruidos de las bombas caer, ya que nosotros vivíamos cerca de la estación de tren, que era la más afectada”, nos explicó. El centro de la ciudad era el más tocado por las bombas, junto a la estación de trenes y al puente principal de ingreso a la ciudad. Reviviendo el temor que hubiera sentido en ese momento nos dijo: “Yo era muy pequeña, pero aún me acuerdo que cuando las sirenas sonaban, mi padre nos llevaba a mi y a mis hermanos al sótano para protegernos”.

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La noche del bombardeo, Arlette y su familia, al igual que cientos de habitantes de Nevers, debieron abandonar la ciudad para protegerse. “Caminábamos junto a un grupo muy grande de personas. Nos llevaban a unas granjas en las afueras de la ciudad. La imagen es como la que podemos ver en las películas bélicas actualmente”.

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Para sobrevivir, Arlette nos contó que se tenían que esconder en los establos de las granjas afuera de la ciudad. “Me acuerdo que todos estábamos acostados tratando de ocultarnos entre la paja en un establo junto a las vacas. Había mucho silencio, solo se escuchaban las sirenas y las bombas caer”.

Fin de la pesadilla

Memorial Nevers

Memorial en honor a los caídos y prisioneros en campos de concentración alemanes.

El 6 de septiembre de 1944, los últimos alemanes abandonaron Nevers, dejando atrás miles de historias de sufrimiento en cada uno de los habitantes de esta ciudad. Los primeros hombres y mujeres de la resistencia entraron a la Nevers ese mismo día, tras más de cuatro años de ocupación.

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Más allá de la euforia por el fin de esta pesadilla, esta guerra dejó como resultado, una ciudad en ruinas y a su población sumamente afectada. “La ciudad quedó totalmente destruida. La estación de trenes no fue reconstruida sino hasta el año '55, cuando todavía veíamos una gran cantidad de escombros que quedaban”, comentó.

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Algo que siempre le llamó la atención a Arlette, es el puente ferroviario que cruza el río y que formaba parte de la mencionada ruta de PLM. Según nos dijo Arlette, a este puente lo intentaron derrumbar durante los bombardeos aliados pero siguió en pie. Más tarde, los propios alemanes durante su huida quisieron destruirlo para demorar el ingreso de las tropas francesas, pero tampoco tuvieron éxito.

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“Fue muy dañado, pero hoy en día, increíblemente el puente sigue en pie”, nos afirmó. Creemos que este puente puede representar la imagen de Arlette y de cada uno de los habitantes de esta pequeña ciudad francesa. Todos ellos fueron muy golpeados, les quitaron su libertad, su dignidad, sus hábitos, les robaron sus vidas durante cuatro años; sin embargo, tuvieron que salir adelante, tuvieron que continuar, al igual que ese puente, firmes y de pie.

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