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La Selva tropical Amazónica, ¿Pronto una sabana?

La Amazonía, esa inmensa selva tropical que cubre el territorio de ocho países de América del Sur, se acerca rápidamente al punto de no retorno. Faltan solo unas décadas para que este territorio rico en biodiversidad se convierta en una sabana... ¿Será ya demasiado tarde para actuar?

Cuando oímos hablar de la Amazonía, pensamos directamente en Brasil y muchas veces olvidamos que Perú es el segundo país sudamericano en tener la mayor superficie de selva amazónica, equivalente a cerca del 80% de su superficie continental. “En cuanto al bioma amazónico y la selva amazónica, tenemos alrededor de 57 millones de hectáreas”, señala Ernesto Ráez-Luna, ecólogo y docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. El río más largo del mundo, el Amazonas, tiene su nacimiento en las alturas de los Andes peruanos, en Arequipa, al sur de Perú.

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Por lo tanto, Perú tiene un papel importante que desempeñar en la conservación y protección de este tesoro de biodiversidad. Desafortunadamente, esta no es una prioridad y la Amazonía continúa enfrentando múltiples amenazas, mientras se acerca peligrosamente al punto de no retorno.

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El contexto político y la incapacidad del actual gobierno están provocando políticas contradictorias que favorecen las actividades ilegales, como la prolongación del proceso de formalización minera por más de 20 años, permitiendo que continúe la destrucción de bosques primarios y la extracción de minerales al tiempo que estos están inscritos en un registro administrativo”, explica César Ipenza, exasesor del Primer Ministro de Medio Ambiente entre 2009 y 2011, profesor universitario, abogado de la Universidad de San Martín de Porres y especialista en temas ambientales relacionados con la minería.

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La falta de presupuesto asignado a las organizaciones encargadas de combatir estas actividades ilegales también es un problema importante: "Es hora de revisar la eficacia de ciertas entidades estatales y asumir responsabilidades o asegurar mayores recursos".

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Deforestación agrícola en la región de la Selva Central (Amazonía del Perú)

Aumento de la deforestación en la Amazonía

En 2020, la selva amazónica de Perú perdió 200.000 hectáreas, una cifra récord en los últimos 20 años. El avance de la frontera agrícola, por parte de pequeños productores de café, cacao e incluso coca, es responsable de gran parte de la deforestación en el país. “Esta agricultura de tala y quema insostenible avanza y deja atrás tierras deforestadas e improductivas”, confirma el experto de la región andina y amazónica del Perú, Ernesto Ráez-Luna. En segundo lugar, y en zonas bien definidas como el sur de Madre de Dios, la minería aurífera es la principal fuente de deforestación.

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Ante esta alarmante situación, el gobierno peruano se ha fijado el objetivo de reducir la deforestación. Sin embargo, en la práctica los resultados son absolutamente inconclusos y la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero del Perú provienen de esta deforestación y de la pérdida de ecosistemas silvestres.

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Hace unos diez años, el gobierno creó un Programa Nacional de Conservación de Bosques cuando se creó el Ministerio del Ambiente, pero esta iniciativa no ha tenido los efectos esperados ya que toma en cuenta áreas donde la amenaza es relativamente baja: "El problema es que no cuidamos la frontera agrícola, donde el bosque realmente está desapareciendo".

La selva amazónica, elemento clave en la regulación del clima…

A menudo se presenta a la Amazonía como el pulmón verde de nuestro planeta, pero esta denominación es errónea. Como explica César Ipenza: “Si la Amazonía es el segundo ecosistema más grande del planeta, después de los océanos, para generar oxígeno y regular el clima, este no puede ser el pulmón ya que el pulmón consume oxígeno y no lo produce”.

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Una cosa es cierta, la selva amazónica juega un papel fundamental en la regulación del calentamiento global gracias a su capacidad para absorber el dióxido de carbono liberado a la atmósfera. En los bosques tropicales, a diferencia de los bosques templados que están inactivos durante la temporada de invierno, la fotosíntesis ocurre continuamente, lo que permite que los árboles y las plantas capturen dióxido de carbono y liberen oxígeno a la atmósfera.

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Catarata Bayoz - Amazonía del Perú

Además, cuando los árboles o los seres vivos del bosque mueren, el dióxido de carbono puede almacenarse durante varios miles de años sin que se libere nunca a la atmósfera. Por eso, justo después de los océanos, los bosques son los principales sumideros de carbono para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. “Ante el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero, el papel de los bosques se ha vuelto vital e insustituible. Si perdemos la selva amazónica o las selvas tropicales, como la selva del Congo o Indonesia, no tendremos forma de reemplazarlas con una máquina”, asegura Ernesto Ráez-Luna.

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La Amazonía es, sin duda, un pilar fundamental en la regulación del clima a escala planetaria, y también del ciclo hidrológico de ciertas regiones. "Un árbol bombea 1.000 litros de agua al día desde el suelo a la atmósfera. Llevados por los vientos, se forman ríos aéreos en forma de nubes o vapor de agua”. Cuando los vientos chocan con los Andes, se produce la precipitación y se desplaza hacia el sur del continente. Esta humedad acaba regando Argentina o Bolivia, grandes zonas agrícolas que podrían haber sido solo zonas áridas.

…sin embargo pronto podría convertirse en una sabana

Un nuevo estudio científico, publicado en la revista Nature, ha estado en muchos titulares últimamente, ya que revela que las tres cuartas partes de la Amazonía parecen mostrar una pérdida de resiliencia desde principios de la década de 2000.

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Esta información no es de extrañar, pues, desde hace diez años, muchos científicos y ecologistas han dado la voz de alarma y advertido sobre la posible savanización y aridificación de la Amazonía si su pérdida de bosques supera el 20%. “La Amazonía ya perdió un territorio correspondiente a la superficie continental de Chile y estamos muy cerca del 20% de pérdida de bosques. Esto podría determinar un colapso acelerado del bioma amazónico”, asegura Ernesto Ráez-Luna.

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Es cuestión de sólo unas pocas décadas antes de llegar a tal escenario de desastre. "Si las tasas de deforestación continúan como lo hacen hoy en día, particularmente en Brasil y Bolivia, donde el gobierno está promoviendo el uso de Áreas Naturales Protegidas para la agricultura y la extracción de oro, entonces el balance será muy negativo".

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Deforestación agrícola en la Amazonía del Perú

A pesar de las advertencias, los intereses económicos de los países parecen ser prioritarios, y la preservación de la selva amazónica está pasando por completo a un segundo plano. “Las políticas de los ocho países amazónicos, y en particular de los de mayor superficie, están encaminadas a destruir la Amazonía ”, asegura César. Y no es por no haber intentado impulsar políticas comunes, como la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica o el Pacto de Leticia por la Amazonía, pero “realmente los países nunca se han puesto de acuerdo para proteger la selva amazónica. Y las inversiones que hacen siguen siendo completamente contrarias a lo que se puede decir públicamente”, señala el profesor Ernesto Ráez-Luna. De las palabras a los hechos, todavía queda un largo camino por recorrer.

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En Perú, el Estado parece haber renunciado a la minería ilegal y la deforestación. “Estas actividades son casi impunes en el país”, asegura y agrega que “el Ministerio de Agricultura pretende desarrollar tierras agrarias, independientemente de su ubicación”.

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Si los países afectados continúan ignorando la emergencia climática, la selva amazónica pronto podría convertirse en una sabana. Difícil de creer y sin embargo los científicos están lejos de ser optimistas y aseguran que las consecuencias serán dramáticas: “Tendremos un aumento extraordinario de emisiones de gases de efecto invernadero, imposible de mitigar, una pérdida del régimen hidrológico en América y en el mundo en general que muy rápidamente volverá árida a la Argentina y a Bolivia... Probablemente habrá problemas ligados a la hambruna y a un gran número de refugiados climáticos", advierte Ernesto Ráez-Luna, mientras explica que "la velocidad a la que logramos concientizar y movilizar a la gente en favor de la acción climática es menor que el ritmo al que seguimos destruyendo el planeta".

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El futuro de la Amazonía es bastante oscuro, pero no debemos tirar la toalla ante este desafío climático. Por el contrario, debemos ser conscientes y actuar ahora para evitar las consecuencias más desastrosas.

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